“Con cenizas no puede haber una fogata”


Artículo de Psicología
Psic. Joseph Chakkal Abagi (FPV # 705)

Algunos gastan toda una vida tratando de encender fogatas sin material para arder, sin leña, sin carbón, etc. Juntan las cenizas esperando con ello revivir el fuego que una vez hubo. Cuando nos entrelazamos con personas neuróticas que repiten las mismas conductas inadecuadas y dependientes, sin el componente afectivo, estamos intentando juntar las piezas rotas de un espejo para reflejarnos sin distorsiones. Misión imposible, tan ilusa como buscar la felicidad en un hogar carente de amor. Las crisis sentimentales pueden superarse cuando el conflicto se refiere a comportamientos inapropiados producto de ideas, creencias y experiencias limitantes, pero cuando permanecen juntos por dependencia, temores, sentimientos de culpa, resignación y no por amor, entonces la tarea del especialista se suscribe a concientizarlos para que se sincericen, sean realistas y asuman responsabilidades compartidas por el pasado y formulen un nuevo proyecto de vida individual (etapa de reconstrucción sana).

La terapia nos ayuda a superar la culpa, los temores, los conceptos sobre fracasos matrimoniales, fortalece la autoestima, permite identificar conductas inapropiadas y sustituirlas por otras, previo cambio de enfoque. Las conductas no se modifican mecánica e irracionalmente como para complacer al otro, o para evitar rechazos. Preliminarmente debe haber una convicción y un compromiso de cambio. Las percepciones, conceptos y mensajes mentales deben ajustarse a modos de vida sanos, realistas, de lo contrario cualquier rectificación conductual seria pasajera y superficial. Las buenas intenciones de algunas parejas en crisis son insuficientes, pues se requiere algo mas que darse cuenta, desahogarse y prometer. Aunque tú sepas cual enfermedad padeces y cuales alimentos están haciéndote daño, aun así requieres necesariamente del tratamiento medico respectivo.

En estos días una paciente me confiaba que su esposo desistiría de la terapia porque “ya el había comprendido el origen de su conflicto de personalidad”, por lo tanto, le parecía innecesario continuar. ¿Y por qué no hace lo mismo con las averías automovilísticas, o caries dentales, o cortocircuitos electricos, o carencias financieras? ¿Por qué se recurre al especialista en tales casos? ¿Por qué no resuelve esos problemas por sí mismo si ya conoce donde están los conflictos? Porque el meollo del asunto, la piedra de tranca, está en las emociones, no en el intelecto. Puedo conocer perfectamente el manejo teórico de un paracaídas y no atrever a lanzarme, ¿por qué? ¿qué puede ocurrirme cuando estoy en el avión a punto de lanzarme al vacío? ¿Es posible que mis miedos me paralicen y no me atreva a saltar, a pesar de mis cursos y conocimientos teóricos? Claro que sí. Somos humanos, no basta la información en sí, hace falta superar los temores.

Con cenizas no hay fogata. ¿Por qué? Porque el amor es lo esencial para las convivencias sanas. Sabemos de parejas unidas por otros vínculos, pero las terapias apuntan hacia la alimentación del afecto diario, sinceración de sentimientos, respeto, responsabilidad, equidad, comprensión de conflictos propios y ajenos (pareja e hijos), dedicación al hogar y familia. Lo primero es determinar si los conflictos maritales se deben a rasgos y conductas inadecuadas o se debe a que mantienen una convivencia forzada, carente de amor. No es lo mismo las desavenencias entre parejas que se aman que entre parejas que no aman. Algunos creen que aman porque sienten cariño y quieren a su pareja, pero sobre todo porque les entra pánico ante la idea de una separación, creen que extrañar a la pareja es síntoma inequívoco de amor cuando bien puede ser síntoma de apego, de aferramiento, de dependencia emocional y afectiva.

En terapia se detecta tal distinción. Algunos se asustan y no regresan al tratamiento porque no conciben tal posibilidad, es como tener que admitir que durante años he vivido engañándome a mí mismo en un mundo irreal. Eso duele, pues equivale a reconocer que uno ha perdido tiempo. No es así aunque lo parezca, pues de todo uno aprende. Además, si antes tapaste el sol con un dedo no fue por tonto, sino porque no te sentías emocionalmente preparado para los cambios. Obviamente las frustraciones tarde o temprano te llevan a terapia y ahí aceptas la realidad.

La terapia puede fortalecer un matrimonio en crisis y salvarlo, pero –repito- mientras queda amor no resignación. Hay muchas parejas que han aprendido a adaptarse sanamente en una agradable convivencia en común, compartiendo satisfactoriamente y sin perder cada quien su autenticidad, pero pretender salvar un matrimonio en desamor es como encender una fogata donde sólo quedan cenizas.

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