“Separación temporal tras la crisis matrimonial”


Artículo de Psicología
Psic. Joseph Chakkal Abajian (FPV # 705)

Ante una crisis matrimonial intensa lo más sensato es bajar la guardia y partir de la premisa de que el consiguiente maltrato solo destruiría la poca armonía que resta, con lo cual resultaría inevitable la decepción total y disolución del vinculo afectivo. Hay maneras de descargar el dolor, el enojo, el malestar en general sin destruir la relación. Para ello se necesita ayuda profesional. No porque sean incapaces de resolver el conflicto por si mismos, sino porque están tan cargados de ira, dolor y enojo que no controlarán sus impulsos, dejando escapar expresiones de forma desmesurada. Hay parejas que engavetan emociones de larga data, es decir, tienen años acumulando, reprimiendo y guardando sensaciones negativas, amparados en creencias tradicionales de que es mejor evitar problemas, creencias mal sanas que sólo generan depresión e irritabilidad en la personalidad. Hay que erradicar todo esto con orientación profesional.

La separación temporal de la pareja no es la solución, es una fase de la solución. Por ende, constituye una mal necesario y menos dañino que una convivencia en constante confrontación. Una exitosa intervención quirúrgica en una rodilla no basta para curarse, requiere adicionalmente un período de reposo, rehabilitación y medicamentos. Mientras eso ocurre, usted no debe caminar aunque haya resultado exitosa la misma. Análogamente, cuando las parejas se han maltratado con frecuencia durante años, aun recibiendo terapia puede ser necesaria la separación temporal. Las tensiones acumuladas no desaparecen instantáneamente, tampoco las frustraciones, ni se recupera la confianza perdida en cuestión de días. Se necesita un tiempo de reflexión, de paz, de cero confrontaciones para meditar sobre los comportamientos inadecuados tanto propios como ajenos. La terapia le ayudará a descubrir por qué se enganchaba en discusiones que no resolvían conflictos. Le ayudará también a comprenderse a si mismo y a su pareja, le evitará caer en provocaciones, le ayudará a desenvolverse más madura y sanamente.

La separación temporal es una medida antipática pero efectiva. No será la primera vez en su vida que adopta una elección dolorosa pero eficiente. También es incomodo privarnos de muchas cosas (viajar, comprar, entre otros) pero si ello ayuda a lograr otros objetivos entonces habrá valido la pena. Lo importante aquí no es el precio que pagas, sino el resultado que logras. Una separación momentánea y oportuna en un matrimonio crítico puede evitar la debacle definitiva. Claro, habrá tristeza y dolor durante el ínterin, eso es inevitable y hasta cierto punto recomendable porque puede desencadenar un despertar, la concientización y reacción favorable de ambos cónyugues, quienes al sentir la ausencia física del otro y la posibilidad de perder a la pareja y familia podrían finalmente corregir su actitud y conducta errática. Paralelamente la terapia facilitaría cambios significativos en ambos sí se involucran en la misma.

La separación temporal de parejas no constituye una ruptura marital, sino un paréntesis, un receso, un tiempo de reflexión individual, en el cada quien se auto-evaluará y crecerá emocionalmente. Mientras conviven en pareja solo perciben errores ajenos, culpas del otro, atacan y descalifican, no reconocen sus faltas, afloran sus conflictos familiares (los del hogar original) y se proyecta en la pareja actual. Exigen cambios al otro sin cambiar en sí mismos. Asumen erróneamente que su pareja es negligente y malintencionada y no necesariamente es así, pues todo tiene un motivo, una explicación. De alguna manera nos exoneramos de la responsabilidad en la crisis matrimonial y herimos al otro. Vemos las acciones de los demás pero ignoramos las nuestras. Tal vez involuntariamente estamos propiciando, permitiendo y hasta fomentando dicha realidad desagradable.

Ciertamente la conducta inapropiada de la pareja no debe ser justificada, pero sí comprendida, porque muchas veces nosotros mismos hemos somos cómplices de ello. Siendo permisivos, apáticos e inefectivos ante los excesos y abusos del otro hemos contribuido en que tal irregularidad se establezca como conducta habitual. Nuestras creencias incapacitantes, referencias equivocadas y temores pueden ser los factores responsables. En la terapia se abordarán para superarlos. No se requiere separación temporal de parejas cuando las discrepancias maritales son leves, cuando hay control de impulsos, sólo nos referimos a las convivencias donde existe el maltrato psicológico y/o físico, frecuente y también en aquel donde hay confusión de sentimientos.

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